Montse Mateos
Tomarse un año para uno mismo es una de la experiencias más gratificantes y saludables, porque contribuye al enriquecimiento personal y profesional de muchos individuos que, como la protagonista de esta película, logran encontrar un equilibrio que ya daban por perdido.
Los italianos hablan con orgullo del Bel far niente, la belleza de no hacer nada, algo de lo que disfrutan siempre que tienen ocasión. “Cuanto más exquisita y placenteramente domines el arte de no hacer nada, más alto habrás llegado en la vida. Y no tienes que ser necesariamente rico para experimentarlo”. Esto es lo que vemos en Come, reza, ama, la película inspirada en el best seller del mismo título de Elizabeth Gilbert, basado en sus propias vivencias. Lo de la parte económica no es muy creíble: de hecho Liz –Julia Roberts–, la protagonista, se permite el lujo de un viaje de ensueño tras un divorcio que la dejó en la ruina gracias a “un milagro asombroso: mi editor ha comprado, por adelantado, el libro que voy a escribir sobre mis viajes”.
Esto, que recoge muy bien esta novela, no queda realmente plasmado en un filme que ha sido tildado de filosofía oriental barata, turisteo de lujo y empalago visual, pero que visto desde otra perspectiva supone un ejercicio muy gratificante ante la vida que a más de uno, le pese a quien le pese, ya le gustaría. ¿Quién renunciaría a un año repartido entre Italia, India e Indonesia dedicado en exclusiva a sí mismo? Si además cada destino le permite conocer a personas cuya amistad surge de forma instantánea y no está viciada por la penas y sinsabores de una existencia anterior, el bocado resulta apetitoso. ¿A quién no le apetece un sabático?
Un privilegio muy rentable
Sin duda Liz es una de las pocas estadounidenses que tiene el privilegio de tomarse un año de asueto. Según una encuesta realizada por la Society for Human Resource Management, en Estados Unidos un 11% de las compañías ofrece periodos sabáticos pagados; y un 29% impulsa algún modelo de tiempo libre, pero sin retribuir, a quien lo quiera disfrutar. El 16% de las pequeñas organizaciones y el 21% de las medianas también brindan a sus empleados la posibilidad de tomarse un respiro no remunerado. En nuestro país, los ejemplos de compañías que cuentan con este tipo de licencias son escasos.
Una de las que se convirtió en noticia por esta razón fue IBM, pero el motivo fue bien distinto: en 2003 la multinacional ofrecía a toda su plantilla en España un año sabático con el 35% del salario… para ahorrar costes. Las universidades y algunas firmas de profesionales, como los despachos de abogados, cuentan con estos modelos, pero están limitados a empleados que cuenten con una sólida experiencia profesional. También algunas firmas de publicidad ofrecen este regalo a algunos de sus directivos. En definitiva, hay pocas empresas y profesionales que se atrevan a cruzar el río y aprendan de los beneficios que reporta una larga travesía.
Jesús Vega, consultor independiente, tomo está decisión en 2006 y lo recuerda como una experiencia definitiva, “en mi caso tenía claro que no quería seguir haciendo lo mismo y me tomé un tiempo para encontrar la respuesta. En otros casos, el objetivo puede ser dar una vuelta radical a la vida personal o profesional”. Vega dejó atrás su puesto como director de RRHH de Inditex y, acompañado con su mujer, dio la vuelta al mundo. Como Liz encontró en su camino muchas personas que le ayudaron a ver las cosas de otro modo. Es un baño de realidad, “tus problemas a menudo no sólo son insignificantes, sino que a veces resultan estúpidos”, asegura Vega.
En la ficción, Liz coincide en su viaje con personas cuyos problemas desbordan sus propias amarguras sentimentales. En el ashram –templo de meditación– de la India traba amistad con Richard el Tejano –Richard Jenkins–, un cincuentón con un vida arrasada por los excesos, y con una joven india que le asegura que “con 17 años su vida está acabada” porque sus padres le obligan a contraer matrimonio con alguien que no conoce y… no hay vuelta a atrás. En Bali también se topa con una mujer divorciada y arruinada por conseguir la custodia de su hija.
Situaciones de este tipo invitan a plantearse el futuro con otra perspectiva y contribuyen a convertir las situaciones conflictivas en el puesto de trabajo o los malentendidos personales en algo vanal. Si se mira alrededor nos damos cuenta de que son imprescindibles pocas cosas, basta con observar la vida con cierta perspectiva a largo plazo. Un ejercicio que, según Vega, también tendrían que hacer las empresas: “Una persona que está quemada y muy obsesionada con su trabajo tiene unos niveles de energía muy bajos y su creatividad e iniciativa están agotadas. Este proceso de ruptura puede curar una carrera que está enferma. Tendemos a agrandar las cosas porque no las miramos con perspectiva”. En países como Alemania y Holanda algunas empresas han creado las bolsas de horas, donde los profesionales depositan el tiempo que emplean en los viajes de negocio. Pasados unos años acumulan lo suficiente para tomarse un tiempo, lo que permite al empleado regresar con fuerzas renovadas.
Cuando mimar no tiene precio
Pese a estos beneficios tan saludables para la mente y el espíritu, algunas organizaciones no comparten las ventajas de los sabáticos –”es como comprar acciones de tu propia vida”, dice Vega–. ¿Miedo? Puede ser que les atormente la idea de que su mejor talento cambie de manera tan radical que decida no volver. Si este tipo de temor amenaza a las organizaciones que rechazan los sabáticos como terapia profesional, quizá tendrían que mirar dentro y hacer examen de conciencia sobre los motivos que llevan a sus profesionales más valiosos a tomar este tipo de decisión: una compañía que no cuida a sus empleados siempre está expuesta a perderles, bien sea después de un periodo de asueto o ante la primera oferta laboral.
Y lo que es peor, estas corporaciones olvidan las bondades de liberar a sus trabajadores. Liz alcanza el equilibrio y recupera la confianza, algo inalcanzable para buena parte de los profesionales que, sumergidos en su quehacer diario no toman en consideración lo más valioso que se puede conseguir: Bel far niente.
LA PELÍCULA
Come, reza, ama
Director: Ryan Murphy
Nacionalidad: Estados Unidos, 2010
Género: Drama
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